Del Coronel (FAF) Pierre Clostermann, Héroe francés de la Segunda Guerra Mundial, a los pilotos argentinos
"A vosotros, jóvenes argentinos compañeros pilotos de combate quisiera expresaros toda mi admiración. A la electrónica más perfeccionada, a los misiles antiaéreos, a los objetivos más peligrosos que existen, es decir los buques, hicisteis frente con éxito. A pesar de las condiciones atmosféricas más terribles que puedan encontrarse en el planeta, con una reserva de apenas pocos minutos de combustible en los tanques de nafta, al límite extremo de vuestros aparatos, habéis partido en medio de la tempestad en vuestros "Mirage", vuestros "Etendard", vuestros "A-4", vuestros "Pucará" con escarapelas azules y blancas.
A pesar de los dispositivos de defensa antiaérea y del los SAM de buques de guerra poderosos, alertados con mucha anticipación por los "AWACS" y los satélites norteamericanos, habéis arremetido sin vacilar.
Nunca en la historia de las guerras desde 1914, tuvieron aviadores que afrontar una conjunción tan terrorífica de obstáculos mortales, ni aun los de la RAF sobre Londres en 1940 o los de la Luftwaffe en 1945.
Vuestro valor ha deslumbrado no sólo al pueblo argentino sino que somos muchos los que en el mundo estamos orgullosos que seáis nuestros hermanos pilotos.
A los padres y a las madres, a los hermanos y a las hermanas, a las esposas y a los hijos de los pilotos argentinos que fueron a la muerte con el coraje más fantástico y más asombroso, les digo que ellos honran a la Argentina y al mundo latino.
Ay!: la verdad vale únicamente por la sangre derramada y el mundo cree solamente en las causas cuyos testigos se hacen matar por ella".
Coronel (FAF) Pierre Clostermann a no mucho de haber terminado el conflicto del Atlántico Sur de 1982, Pierre Clostermann posa junto al Primer Teniente Ernesto Ureta (a la izquierda) y al Alférez Gerardo Isaac (derecha), ambos pilotos argentinos de la Fuerza Aérea Argentina, sobrevivientes de la Escuadrilla "Zonda" de A-4C Skyhawk, que atacó junto a dos Súper Etendard de la Armada al portaaviones HMS "Invincible".
Soldado Conscripto Oscar Ismael Poltronieri
Oscar Ismael Poltronieri es un veterano de guerra de Malvinas, único soldado conscripto vivo en recibir la máxima condecoración militar Argentina: la Cruz al Heroico Valor en Combate, por su hazaña y heroísmo durante la batalla del monte Dos Hermanas.
Poltronieri pertenecía al Regimiento de Infantería Mecanizado 6 del Ejército Argentino.
Siendo todavía un recluta en fase de adiestramiento del servicio militar obligatorio, combatió en la guerra de las Malvinas, donde su destacado accionar y sus actos de entrega y desinteresado heroísmo le valieron ser uno de los dos únicos soldados conscriptos argentinos (el otro fue Félix Ernesto Aguirre del BIM5, muerto en combate), en recibir el reconocimiento de la Cruz al Heroico Valor en Combate.
Era operador de una ametralladora, desoyendo la orden de retirada y quedándose combatiendo el solo, permitiendo el repliegue de todos sus compañeros a zonas seguras y aferrando al enemigo con su única boca de fuego, impidiéndole avanzar a todo el dispositivo ofensivo británico.
Él solo cubrió la retirada del pelotón del subteniente Aldo Eugenio Franco con su ametralladora FN MAG luego de que los hombres de Franco habían cubierto el retroceso de los defensores del Dos Hermanas Norte. Voluntariamente, Oscar Poltronieri, se ofreció a quedarse a cubrir la retirada de sus camaradas negándose a las insistencias de ellos en retirarse con él.
Durante la Batalla de Monte Tumbledown Poltronieri guió al pelotón de ingenieros anfibios del teniente de corbeta Héctor Omar Miño en un contraataque contra los elementos avanzados de la Guardia Escocesa.
Supuesto muerto en acción por su unidad, fue recibido con total sorpresa y algarabía cuando sus oficiales, suboficiales y soldados lo vieron regresar, dos días después, de lo que presumían era una muerte segura.
Luego de la guerra soldados veteranos Ingleses lo buscaron para expresar su admiración por él.
No Picnic
Un libro, una historia, 19 años después de la guerra fui invitado por los británicos a participar de un documental sobre la guerra (en realidad lo que querían eran mis imágenes creo) viajo a Malvinas y me hospedo en el mismo hotel junto a ellos y tengo la oportunidad de conocer al coronel Julian Thompson y en una sobremesa le pregunto el porque el titulo de su libro No Picnic, ya que me parecía muy latino y me cuenta: "el estaba en Angola con su regimiento, la primera ministra Margaret Tacher lo convoca y le dice, coronel tiene que viajar a las Falkland que estos indios las tomaron, para usted que esta acostumbrado a los combates esto sera un picnic". Y me sigue comentando, pero cuando llegue a las islas me encontré con soldados muy jóvenes pero muy aguerridos que en mas de una oportunidad me tuvieron con la cabeza enterrada en la turba, no lo esperaba, así que cuando publique el libro le dedique el titulo a esos soldados que defendieron su ideal.
Texto del corresponsal de guerra Eduardo Anibal Rotondo.
Cabo Primero Roberto Basilio Baruzzo
Cabo Roberto Baruzzo, oriundo de Riachuelo, localidad situada a unos 32 kilómetros al sur, de la capital correntina. Miembro del glorioso Regimiento de Infantería Nº 12 de Mercedes, Corrientes. Estuvo presente en los combates de Monte Kent y Monte Harrier.
Durante el conflicto que del Atlántico Sur sólo dos suboficiales del Ejército Argentino recibieron la máxima distinción a que puede aspirar un hombre de armas: la Cruz al Heroico Valor en Combate. Baruzzo fue uno de ellos.
Su unidad había sido primero designada a Monte Kent, para después pasar a Darwin. Pero una sección quedo en el Monte, incluido él, al mando del Teniente 1º Gorriti.
En los días previos al ataque contra Monte Longdon, los bombardeos ingleses se habían intensificado, Baruzzo había sido herido por una esquirla en la mano. Una noche, el Cabo escucho un grito desgarrador, y a pesar del intenso cañoneo, salió de su pozo de zorro y encontró a un soldado con la pierna destrozada. Sin pensarlo agarro al soldado y lo cargo hasta el puesto de enfermería tratando de evitar que se desangrara.
En la noche del 10 y 11 de junio, Puerto Argentino presentaba un espectáculo escalofriante y horrendo. Los montes aledaños eran iluminados por bengalas y un sin fin de municiones trazantes.
La sección de Baruzzo se había replegado hacia el Monte Harriet, sobre el cual los ingleses estaban realizando una acción envolvente. Varios grupos de soldado del 12 y el 4 quedaron aislados. El Teniente Primero Jorge Echeverría un oficial de Inteligencia de esta última unidad, los agrupa y encabeza la resistencia, Baruzzo se suma a ellos y ve al oficial parapetado detrás de una roca, disparando su FAL. Incursionando en la zona de combate, Baruzzo logra arrebatar el visor nocturno de un soldado enemigo, que yace en el suelo sin vida. Piensa: "Ahora la diferencia en recursos ya no será tan despareja". Con el visor, la cosa cambian la puntería del cabo y su jefe se afinan y los ingleses sienten esta diferencia.
Por su parte el enemigo no deja de disparar sus fusiles y de a poco la roca que cubre al Teniente Primero es moldeada hasta que éste es herido en una pierna y cae fuera de la protección de la roca. Baruzzo quiere acercarse a ayudar, pero de la oscuridad de la noche surge un inglés, que lo tira al piso. Mal logra el primer disparo pero antes de poder realizar el segundo el forcejeo termina, una munición proveniente del arma de Echeverria, quien permanece en el suelo debido a los tres impactos que tiene en una de sus piernas. Los enemigos no están a más de unos 5 metros, pero la cerrada noche solo permite ver siluetas, ayudada por las tenues bengalas.
La sangre de Echeverria corre vehemente y penetra en el suelo malvinense, el joven cabo (22 años), saca el cordón de la chaquetilla del oficial y procede; hace un torniquete en el muslo herido, para evitar el sangrado. Se levanta y empieza a caminar por un desfiladero, mientras a su alrededor llueven municiones trazantes. Como un fantasma, surge un inglés detrás de un peñasco, quien le da un certero disparo en el cuello a Echeverria. Baruzzo desquitándose, contesta el fuego y este cae sin vida. Esta vez fue herido en el hombro y el brazo. El teniente primero cae boca abajo, Baruzzo ve que le brota sangre del cuello y su mente se dice: "se me está desangrando"; es preso de la desesperación. Allí tirado con cinco impactos, Echeverria ordena al cabo que lo deje morir ahí, que él se salve; Baruzzo rompe en llanto y piensa: ¿Cómo puedo hacer eso?, ¡yo no soy de abandonar! Y este hombre que es mi ejemplo de valentía. El cabo llevaba la petaquita de whisky, intacta, que la superioridad le había dado, junto a un cigarrillo. Él no es de tomar ni fumar. y le dio de beber al oficial; "eso sí que esta bueno comenta", comenta, en el momento que pierde el conocimiento. Baruzzo lo cubre y lo arrastra estirándolo de la chaquetilla.
Súbitamente se ven rodeado de enemigo, una sección de Royal Marines del Batallón 42. Sin temor alguno desenvaina su cuchillo de combate, como si este fuera su facón el que usara en su lejana Corrientes, pero uno de los ingleses lo golpea en la mano con su fusil, como diciéndole que todo ya había terminado. Baruzzo cubierto de pies a cabeza con la sangre de su jefe, camarada, amigo, deja caer el arma, y el mismo enemigo lo abraza, como lo hace un padre a un hijo o un abrazo entre hermanos.
Al amanecer, al ver que no tenía heridas graves, sus captores le ordenaron que, con otros argentinos, se dedicara a recoger heridos y muertos. "Yo personalmente junté 5 ó 6 cadáveres enemigos", cuenta Baruzzo. "¡Pero los ingleses dicen que en ese combate sólo tuvieron una baja!".
Echeverría fue helitransportado por los británicos al buque hospital "Uganda", sobrevivió, recibió del Ejército Argentino la medalla al Valor en Combate y hoy vive con su mujer y dos hijas en Tucumán.
Baruzzo también tiene dos hijas, a las que bautizó Malvina Soledad y Mariana Noemí, y vive en su Corrientes natal.
En su pago chico ha tenido un par de halagos que merecía: hay una calle con su nombre y hasta le fue erigido un busto en vida, pero aún así, pocos reparan su existencia o ni conocen su proeza.
Carta del marinero ingles David Tinker a su mujer
Querida Christine:
Es muy fácil comprender cómo se ha desatado la guerra: nuestra primera ministra se imaginó que era Churchill desafiando a Hitler, y la Marina la apoyó para obtener publicidad y popularidad rápidamente. Estoy seguro de que de esta destrucción sólo se beneficiarán Mrs. Tacher y los fabricantes de armas.
Lo que más me apena es que no hay causa para esta guerra, y si somos honestos, los argentinos son mucho más patriotas con respecto a las Malvinas que nosotros con las Falklands. Y lo que la primera ministra no comprende, es que los argentinos creen firmemente que las Malvinas son de ellos.
Han enviado contra nosotros pilotos en misiones suicidas, en viajes sin regreso, porque estamos fuera de su alcance, y eso que ellos no tienen helicópteros de rescate en el mar para recuperar después a los pilotos.
Los pilotos argentinos enfrentan cada día misiles antiaéreos de aplastante superioridad.
Realmente, la valentía de esos hombres demuestra que tienen mucho más que un tibio interés en estas islas.
Considerando la tragedia, la angustia, y el horror de las vidas perdidas, que han sido sacrificadas de buena gana por los políticos para tapar la ineptitud y necedad de su gobierno, considerando además los resultados en dolor, pérdidas económicas y pérdidas de buques para Gran Bretaña, me parece a mí que esta es la guerra más inútil que Gran Bretaña ha hecho en toda su historia.
Espero que todo esto termine pronto... Creo que los argentinos ya han demostrado honorablemente su valentía.
David Tinker a su mujer, durante la guerra de las Malvinas; días después moriría producto del ataque con MM-38 Exocet lanzado desde tierra contra el destructor HMS Glamorgan.